Hace un tiempo me recomendaron mirar la serie “El manual de juego”, que consta de seis capítulos en los que entrenadores de diversos deportes cuentan anécdotas sobre su carrera a modo de enseñanzas de vida.
El primero de ellos corresponde a Doc Rivers, el mítico entrenador que llevó a Boston Celtics a ganar el anillo de la NBA, tras vencer en la final nada menos que a Los Ángeles Lakers. La entrevista completa no tiene desperdicio, pero entre sus lecciones me quedé con el concepto de entender la presión como un privilegio.
“No debes huir de un legado o de una presión, ni de las expectativas: debes correr hacia ellos -dice Doc Rivers-. No tienes muchas situaciones de presión en la vida. Si te pones en una de esas, es porque trabajaste por ello, te lo ganaste”.
De hecho, la expresión “La presión es un privilegio” es el título de un libro de la legendaria tenista Billie Jean King y la frase es acuñada por innumerables y reconocidos profesionales que practican ese deporte pasando por Serena Williams o Novak Djokovic.
La presión como plataforma de lucha
El siguiente capítulo tiene como protagonista a Jill Ellis, entrenadora de la selección femenina de fútbol de Estados Unidos entre 2014 y 2019. Bajo su liderazgo, el equipo ganó dos Mundiales (Canadá 2015 y Francia 2019) y ella fue galardonada por la FIFA como la mejor entrenadora del mundo en 2015.
A lo largo del recorrido por su historia de vida -que merece una nota aparte-, Ellis relata cómo el grupo de mujeres al que le tocó liderar supo agarrar la presión que flotaba sobre sus hombros, durante la preparación para la Copa del Mundo de 2019, y convertirla en motivación para luchar por lo que consideraba una causa justa (en este caso, la igualdad salarial).
Las jugadoras de la selección femenina de fútbol estadounidense se convirtieron en la voz de las mujeres en el mundo, y su misión fue más allá del campeonato mundial. Tenían un objetivo tan claro, tan preciso, que convirtieron la presión por salir campeonas en motivación para visibilizar su lucha. A tal punto, que el cántico de la hinchada rezaba “Igualdad salarial”.
La importancia de trabajar en red
Desde hace algunos años, en el ámbito publicitario, a lo largo y ancho de la región latinoamericana se multiplican los grupos de mujeres que se unen para promover la inclusión, con el convencimiento de que así se llegará a una comunicación más auténtica y con menos estereotipos dañinos para la sociedad.
Entre ellos, se encuentran los Círculos de Creativas, que tuvieron su origen en Chile y hoy se expanden en gran parte los países de América Latina, con la misión de unir, inspirar, potenciar y visibilizar a todas las creativas publicitarias.
El mes pasado, el movimiento llegó a la Argentina, sumándose a otros colectivos como Mujeres en Publicidad o Publicitarias.org, que a fuerza de voluntad (¡mucha!), sentido de comunidad y trabajo de hormiga velan por una industria donde la perspectiva de género y la igualdad de oportunidades se vuelvan una realidad.
Redes de mujeres que día a día abrazan con responsabilidad la presión de allanar el camino a las generaciones futuras para que al menos esta sea una lucha menos que deban esgrimir.
A veces con un ojo crítico que parece buscarle el pelo al huevo y que irrita a más de uno, pero que cobra vital importancia si comprendemos que las desigualdades de género que se manifiestan en los ámbitos de trabajo, más aún cuando se trata de agentes socializadores como son los medios de comunicación o la publicidad, en general se reproducen hacia afuera, en los mensajes que se transmiten.
En palabras de Gail Tolstoi-Miller: “Cuando se trata de prejuicios, todos lo tenemos. Nuestras primeras experiencias marcan la manera en que vemos el mundo, pero a veces nuestro lente no es lo suficientemente amplio”.
Cada capítulo de la serie “El manual de juego” muestra una historia diferente, con sus propias vicisitudes, relacionadas al deporte en el que se desempeñaron y los éxitos o fracasos que marcaron sus carreras. Sin embargo, hay una idea transversal a lo largo de todas las entrevistas: el costado humano. La importancia de estar para el otro, de sentirse apoyado, de haber formado equipos de gente que se respeta, se sostiene y lucha en conjunto, que comparten el privilegio de estar en una posición de presión, para culminar, tal vez, con la enseñanza más valiosa: “La experiencia con las personas es lo único que importa”.







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