“No mereces venir a China. Vuelve a Polonia. Es una pena que cada vez retrocedas más”. “No tienes disciplina, ni talento, ni capacidad para adaptarte, ni margen para jugar con un estilo diferente, ni fuerza mental. Es realmente impactante”. “Eres una lesbiana, terrible, hijo de puta. Eres una desgracia”.
Las siguientes frases fueron recibidas en redes sociales y publicadas por la tenista polaca de 24 años, Iga Swiatek, tras ser eliminada por la estadounidense Emma Navarro en los octavos de final del reciente torneo WTA 1000 de Beijing.
“Hoy en día, esta es la parte triste de nuestra realidad en el deporte. Bots, apuestas pero también ‘fans’. Vale la pena considerarlo, especialmente porque el Día Mundial de la Salud Mental está a pocos días“, comentó la tenista número 2 del mundo, que cuenta en su haber con seis títulos de Grand Slam.
Meses atrás, tras quedar afuera de Roland Garros al perder el encuentro con la local Lois Boisson, la estadounidense Jessica Pegula emitió un comunicado a través de su cuenta de Instagram denunciando el ciberacoso del que estaba siendo víctima:
“Estos apostadores son locos y delirantes. No permito que me envíen mensajes privados y trato de cerrar los comentarios durante las semanas de competencia pero siempre encuentran una forma de comunicarse. Esta situación nunca me ha molestado demasiado pero me pregunto si algún otro deporte lidia con esto al mismo nivel que nosotros. Me encantaría saberlo porque parece ser predominantemente en el tenis. Es preocupante. Todas las personas lidiamos con esto en el tenis y eso está tan mal. Estos son solo pequeños fragmentos. Regularmente dicen que mi familia debería contraer cáncer y morir. Es una absoluta locura. En la NHL estaban preocupados por algunas amenazas y mi respuesta fue ‘¿eso es todo? Me mandan eso todo el tiempo’. Todo está tan mal que esa es mi respuesta. ¡Normalizamos amenazas de muerte! (…). Y no digan ‘mantente alejada de las redes’. Es inevitable porque nuestras carreras y patrocinadores se basan en lo que posteamos en redes sociales. Recibo esos comentarios aún con mensajes y comentarios desactivados“.
De hecho, a raíz de la sucesión de agresiones, WTA y la ITF presentaron un informe elaborado en Threat Matrix, un servicio de monitoreo e intervención, sobre la base de 1,6 millones de publicaciones y comentarios en más de 40 idiomas durante el año pasado. El sistema reconoció cerca de 8000 contenidos abusivos, amenazantes o violentos, procedentes de alrededor de 4000 cuentas diferentes. El 40% de los ataques verbales provienen de apostadores online, cifra que escala a un 77% si también se consideran los mensajes directos a las deportistas.
Datos alarmantes
La segunda edición del Barómetro de United Against Online Abuse (UAOA), publicado en febrero pasado, destaca la alta incidencia de ciberacoso y violencia digital contra figuras del deporte, especialmente mujeres, quienes sufren ataques, amenazas y críticas en línea debido a su exposición pública.
La investigación subraya la necesidad de que el deporte tome medidas para abordar estos problemas y crear entornos más seguros y respetuosos para todos sus participantes.
Según el reporte, la mitad de las personas encuestadas en este sondeo declara que el acoso online del que son testigos en su ámbito deportivo es o bien de tipo misógino (30%), o bien de tipo racista (23%). Asimismo, la tercera forma de acoso dirigido a deportistas, oficiales u otras personas relacionadas con su deporte tiene que ver con la orientación sexual percibida (12%).
Por otro lado, 9 de cada 10 federaciones deportivas ratifican que temen que, si el problema del acoso en internet no se resuelve correctamente, el resultado será que algunos de sus deportistas más talentosos abandonen su disciplina.
Nuevamente, al igual que la edición anterior, el “flaming”, es decir, el envío de mensajes amenazantes, insultantes o groseros, es la forma de ciberacoso más común. “Esto es relevante -sostienen en el reporte-. Y es que, aunque mucha gente no afectada directamente pueda considerar el ciberacoso un problema menor, estos mensajes amenazantes o insultantes tienen un efecto muy negativo en la víctima, y más si la amenaza se extiende a sus familiares”.
En la misma línea, un estudio de World Athletics realizado con motivo de los Juegos Olímpicos de Tokio, determinó que el 85% de los casos de abusos en línea durante dicho evento fueron dirigidos hacia mujeres. Las dos categorías de abuso más comunes se repiten: misoginia (29%) y racismo (26%), representando más de la mitad de todos los abusos identificados.
Ciberacoso a basquetbolistas en Estados Unidos
En octubre del año pasado, la Asociación Nacional de Atletismo Universitario (NCAA) publicó un estudio que mostraba que el abuso en línea hacia estudiantes deportistas alcanzó su punto máximo durante la fase conocida como March Madness en el básquet colegial.
Por primera vez, el partido del campeonato femenino atrajo más espectadores ese año que el masculino. Pero también, las basquetbolistas recibieron tres veces más amenazas que los jugadores masculinos.
Durante el enfrentamiento de playoffs en septiembre entre el Sun de Connecticut y el Fever de Indiana, DiJonai Carrington, de ese primer equipo, publicó un correo electrónico que recibió y que incluía un insulto racista, así como amenazas gráficas de muerte y agresión sexual, según se especificaba en el sitio AP News.
Un estudio similar encontró que las publicaciones racistas y sexistas dirigidas a mujeres deportistas constituían casi la mitad de todo el contenido abusivo monitoreado durante los Juegos Olímpicos de 2024 en París.
Acoso en la Liga Mx Femenil
De acuerdo con los datos provistos por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) sobre Ciberacoso en México, en 2024, 22.2% de mujeres y 19.6% de hombres que usaron internet fueron víctimas de ciberacoso.
En este contexto, jugadoras de la Liga Mx Femenil fueron víctimas de acoso en redes sociales.
En noviembre de 2022, la futbolista Selene Cortés había denunciado hostigamiento en sus redes sociales por parte de un hombre. Un año antes, antes del partido contra Mazatlán, Jana Gutiérrez, exjugadora de América, había sido amenazada de muerte. Más adelante, Scarlett Camberos dejó el país luego de sufrir meses de ciberacoso, según denunciaba en junio de 2022: “Este muchacho sigue creando cuentas falsas de mí en redes sociales y acosándome. Este es su Instagram, ya no soporto más todas las cuentas que hace para molestarme a diario y hoy me lo topé camino a casa”.
El año pasado, Lucía Yáñez, defensora del club Puebla, dejó el club tras sufrir amenazas en redes sociales y ataques en su domicilio.
Estos son solo algunos de los múltiples casos denunciados -y tantos otros que quedan sin denunciar- y que evidencian que, como también ocurre en otros deportes, los ciberataques muchas veces se trasladan a persecuciones y acoso en las tribunas y fuera de las canchas.
El caso de Delfina Pignatiello en Argentina
En los últimos años, el temprano retiro de la nadadora Delfina Pignatiello fue un caso paradigmático para la Argentina, que encendió las alertas sobre el exitismo, el ciberacoso y los problemas de salud mental a los que se exponen deportistas de alto rendimiento.
Su carrera, meteórica y llena de promesas, culminó de manera abrupta tras su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (celebrados en 2021 y con la pandemia mediante, que repercutió de manera dramática en las posibilidades de entrenamiento y preparación de sus participantes).
Pignatiello aparecía como una de las máximas figuras de la natación argentina con logros tempranos y contundentes: bicampeona mundial juvenil en 2017, doble medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018 y tres medallas de oro en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 (400m, 800m y 1500m libre).
Con una activa presencia en redes sociales, en 2020, la nadadora denunció públicamente la sexualización que sufrió en transmisiones en vivo, que la llevaron a suspender este tipo de interacciones. Tras los Juegos Olímpicos de Tokio, donde no alcanzó sus mejores marcas, el ciberacoso escaló a niveles insostenibles. Recibió insultos y críticas como “fracasada de mierda“, que hicieron que decida abandonar las redes. Pignatiello expresó la necesidad de proteger su bienestar, manifestando que las agresiones virtuales le generaron un profundo sufrimiento y le hicieron perder la alegría por el deporte. “La gente es muy cruel”, había expresado en reiteradas ocasiones.
El ataque a Imane Khalif
Durante los Juegos Olímpicos de París 2024, la boxeadora argelina Imane Khelif se convirtió en campeona olímpica femenina de 66 kg tras vencer a la china Yang Liu. Sin embargo, en el camino debió lidiar con una cataratas de insultos, amenazas, fake news y ataques de odio no solo de parte de haters en redes sociales, sino de medios de comunicación, empresarios como Elon Musk o presidentes como los casos de Javier Milei (Argentina) y Georgia Meloni (Italia), luego de que Khelif venciera en 46 segundos a la boxeadora Angela Carini, en la primera ronda. La italiana abandonó tras recibir varios golpes y declaró “Nunca en mi vida me habían golpeado tan fuerte”.
“Con estos niveles de testosterona, esta no es una competencia equitativa. No se debe autorizar a deportistas con atributos masculinos en competiciones femeninas”, sostuvo Giorgia Meloni, primera ministra de Italia. Mientras que el tuit de Javier Milei, decía: “A ver boluprogres. Vengan a explicar esto… Cuando se les marca las estupideces con argumentos responden poniendo todo tipo de etiquetas que buscan cancelar el argumento que los rebate (sic). Después aparece la realidad que los expone frente a su imbecilidad… Si seguía la mataba…”.
En 2023, tras ser descalificada del mundial de Nueva Delhi por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por su sigla en inglés), dado que los estudios realizados arrojaron un “nivel de testosterona más alto que el nivel medio de las mujeres”, la boxeadora argelina declaró que había subido bullying frecuentemente por su apariencia. Y agregó: “Hoy esos argumentos tuvieron éxito y estoy en shock. Participé en muchos torneos y no hubo problemas, pero cuando mis chances de ganar la medalla de oro fueron grandes, llegaron y lo evitaron, justificándose con que mis números son más altos que los del resto de las mujeres”.
“El caso de Imane Khalif demostró el peligro de las fake news para las sociedades contemporáneas ¿Cuántas millones de personas consideran que la boxeadora argelina es un hombre tras los ataques recibidos en Twitter/X?”, se pregunta Juan Bautista Paiva, en el artículo Los problemas d eParís 2024 y los desafíos del mundo actual, publicado en Lástima a Nadie Maestro, en agosto del año pasado. Asimismo, agrega: “Estos Juegos Olímpicos fueron los primeros de la paridad con 5.250 atletas mujeres y 5.250 hombres. Sin embargo, la equidad numérica no basta para resolver las violencias, las discriminaciones y los hostigamientos presentes en el más alto rendimiento deportivo. Lo ocurrido con Khalif también recuerda esto”.
“Es fácil criticar comiendo papas fritas desde el sillón”
“Esta generación de atletas de élite hace cuerpo a una nueva narrativa deportiva. Problematiza cuestiones de géneros, de salud mental, racismo, migraciones, geopolítica y corporalidades. Se vuelve viral también porque deconstruye el estrés por los récords, pelea la paridad, intenta frenar cuando no dan más”, sostienen Nemesia Hijós y Juan Bautista Paiva, en el artículo Olímpicos, virales y tiktokeros, publicado en Revista Anfibia en agosto de 2024, con motivo de los Juegos Olímpicos de París.
De hecho, invitada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (elegida Capital Mundial del Deporte 2027) para brindar una charla motivacional, la gimnasta estadounidense Simone Biles, se refirió a su vínculo con los comentarios en redes sociales y contó: “Cuando empecé, Instagram era cada vez más popular, y los seguidores aumentaban de la noche a la mañana. Fue muy difícil. Había comentarios positivos pero también muchos negativos. Yo estaba creciendo, pasando por la pubertad, y un comentario negativo te puede lastimar mucho. Al principio, mis padres me decían que no los mire. Pero soy muy terca y enseguida respondía. No es lo más sano, pero lo hice. Después fui creciendo y entendí que ellos opinaban desde el sillón, en pijama y comiendo papas fritas, mientras yo hacía giros en el aire. Ellos no podían hacer lo que hacía yo. Ahí empecé a tomármelo distinto. Y era yo quien le decía a mis padres que no los vieran. Pero entramos muy chicos a las redes sociales y tal vez deberían existir reglamentaciones. Algunos comentarios me siguen molestando, porque no me conocen. Es más, si me vieran, probablemente me pidieran un autógrafo, es contradictorio. Pero hoy antes de responder algo, primero lo hablo con mi marido, con mis entrenadores, para regularme emocionalmente y no engancharme. Trato de ignorarlos”.
El rol de las plataformas
Los datos del citado barómetro de la UAOA, indican un aumento en el número de federaciones que están desarrollando activamente un plan para responder al acoso en internet en su disciplina. De la misma manera, hubo un aumento significativo en cuanto al deseo de las federaciones de ver medidas más responsables e inmediatas por parte de las plataformas de redes sociales cuando se identifiquen casos de acoso online.
Si en 2024 un 57,1% de encuestados afirmaba estar «muy de acuerdo» en instar a empresas como X o Meta a eliminar rápidamente el contenido dañino, la cifra sube al 66,7% en esta segunda edición. “Las federaciones deportivas siguen creyendo que pueden hacer más y que, de hecho, la colaboración de las redes es esencial para dar una respuesta estratégica a largo plazo. Más de un 94% de los encuestados confirman que el apoyo de las redes sociales es crucial para lograr cambios que duren”, resume el informe.
El ciberacoso se ha vuelto una extensión de la violencia estructural que atraviesa al deporte, especialmente hacia las mujeres y disidencias. Los mensajes de odio ya no se quedan en la pantalla: afectan carreras, salud mental y trayectorias prometedoras. Mientras las federaciones comienzan a reaccionar, las plataformas siguen siendo parte del problema. La paridad numérica no alcanza si las redes son trincheras de misoginia, racismo y homofobia.







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